El elevador espacial es uno de esos ingenios surgidos de la ciencia ficción que, parecía algo tan fantástico como irrealizable.

Básicamente es una estación espacial en órbita geosincrónica con la Tierra, de la que parte un cable de más de 36.000 km que llega hasta el suelo. Para mantener el equilibrio de la estructura, los ponentes de esta tecnología futurista proponen utilizar un tramo de cable idéntico extendido hacia el espacio o bien un contrapeso, de tal suerte que el cable estaría en equilibrio con su centro de masas en órbita geosíncrona. Una vez el cable en su lugar, pueden subir y bajar por él naves y cargas a un coste mucho menor que el que supone lanzarlos por medio de un cohete (prácticamente, el coste de la electricidad necesaria para impulsar el ascensor).

Arthur C. Clarke en The Fountains of Paradise y Charles Sheffield en La telaraña de los mundos fueron el primeros en sugerir su utilización para enviar personas o material al espacio sin necesidad de cohetes u otro tipo de naves.

El concepto, llevado a la realidad fue formulado por el ingeniero ruso Yuri Artsutanov en 1960, dentro de un artículo del diario Pravda («To the cosmos by electric train»), aunque reconocía que la resistencia a la tracción necesaria para construir el cable no podía obtenerse con ningún material conocido en ese momento.

En la actualidad, la NASA está interesada en llevar a cabo un prototipo y ya en 2006 convocó un concurso para evaluar los mejores diseños posibles.

Más información en www.spaceelevator.com | wikipedia