Un brasileño consiguió un invento que podría ser un remedio a la carestía de la electricidad para millones de familias pobres del mundo que carecen de ese servicio.
El invento consiste en lámparas construidas sólo con una botella de plástico, agua y un poquito de cloro.
El sorprendente invento sólo requiere llenar una botella grande con agua limpia, dos tapitas de cloro, y un frasco vacío de rollo de fotografía que se coloca sobre la tapa de la botella.
El inventor descubrió que exponiendo la botella al sol, el agua clorada comenzaba a irradiar luz.

Estos económicos focos pueden instalarse fácilmente en casas con techos de lámina o asbesto, de tal forma que los rayos del sol caigan sobre la tapa cubierta con el frasco del rollo de fotografía, de tal manera que en el interior de la habitación habrá luz suficiente.
Con aparatos de medición se descubrió que estos focos no reflejan la luz, sino que realmente producen una corriente eléctrica.

En el siguiente vídeo podemos ver como realizar estas sencillas lámparas solares:

En los últimos 23 años el precio del petróleo ha pasado de los 40 dólares el barril en el año 1990 (ver círculo amarillo en el gráfico) a los 138 que cuesta a día de hoy. Y las previsiones apuntan a un precio que superarará los 250 dólares el barril en no demasiado tiempo. Una locura.

En pleno siglo XXI seguimos dependiendo del petróleo para sustentar nuestro modo de vida mientras tanto, los especuladores sacan tajada, aun a costa de hundir pequeños países o, si es preciso, la propia economía mundial.

Hay que preguntarse si hay otra alternativa, y la respuesta es SI. Empezando por las energías alternativas y las baterías eléctricas. Ya existen vehículos (perfectamente probados y operativos), como el Ligthting GT, capaces de alcanzar los 700 CV de potencia, aceleración 0/100 en 4 segundos y una autonomía de 400 km. ¿Quién dice que los coches eléctricos son malos? La conclusión es que algunos dicen que no se puede, pero el hecho es que sí, SE PUEDE CAMBIAR ya mismo.

Y ese cambio no tiene por qué ser para peor, sino al contrario, mucho mejor para la inmensa mayoría de la humanidad. Lo que no se puede pretender es intentar engañarnos con promesas como los biocombustibles que, ya se ha demostrado que causarán una de las mayores crisis humanitarias que se recuerden, y todo para poder mantener toda la infraestructura basada en el petróleo que sólo beneficiará finalmente a unas pocas compañías, instituciones o países mientras los precios suben desorbitadamente a costa del hambre y la pobreza del resto del planeta.

Los gobiernos, la industria automovilística, los países productores, etc no quieran dar el paso más que necesario para que el mundo avance. Conviene ver el documental ¿Quién mató al coche eléctrico? para hacerse una idea de quién maneja los hilos y qué intereses se mueven a nuestras espaldas.

gráfico: todocurioso