He leido hoy en el Periódico una noticia cuanto menos curiosa, que me hace reflexionar sobre lo poco que sabemos en realidad los humanos, a pesar de lo mucho que investigamos.Oscar es un gato que pulula por la residencia geriátrica Steere House, en Providence (EEUU), donde cuidan a enfermos terminales y mentales en sus últimos días. Hasta aquí nada nuevo.
Pues bien, resulta que Oscar recorre los pasillos de la tercera planta y “detecta” cuando alguien esta a punto de morir, se sube en su cama, se pone a su lado y espera a que muera. Han comprobado que no falla, si Oscar se sube a la cama de alguien, en pocas horas fallece. Las enfermera ya lo toman como una señal y cuando ven al gato rondando una habitación llaman a los familiares y lo preparan todo.
“Su mera presencia al lado de la cama es vista por los médicos y el personal del geriátrico como un indicador casi absoluto de muerte inminente, lo que permite a los miembros de la plantilla avisar adecuadamente a los familiares”, cuenta David M. Dosa, trabajador del centro, que también es profesor de la facultad de medicina Warren Alpert, de la Universidad de Brown, también en Providence.
“Oscar llega a la habitación 313. La puerta está abierta y entra. La señora K. descansa tranquilamente en la cama, con la respiración constante pero débil. (…) Oscar salta sobre la cama y de nuevo huele el aire. Se detiene a considerar la situación y entonces gira sobre sí mismo dos veces antes de enroscarse junto a la señora K. (…) Una enfermera entra en la habitación para examinar a la paciente. Se detiene al notar la presencia de Oscar. Preocupada, deja apresuradamente la habitación y vuelve a su mesa. Coge el historial médico y comienza a hacer llamadas”, relata el artículo. A la media hora, empiezan a llegar los familiares y el cura alertados por la enfermera. Poco después, la señora K. fallece.
Tan curioso es este hecho que la revista ‘The New England Journal of Medicine’ se ha hecho eco de la noticia y la ha publicado.
vía | eparreno